El evento, organizado por la Corporación Regional de Desarrollo Productivo (CRDP), Gobierno Regional de Coquimbo, Andes Value Research y Corfo, se puede revivir en https://www.youtube.com/watch?v=BGeeAmb5eVQ.

La Economía del Bien Común y los Desafíos Ambientales y Climáticos de los Sistemas Agroalimentarios. Esos fueron los temas centrales de la primera jornada del Foro de Emprendimiento, Innovación, Negocios e Inversión del Mediterráneo Sur, que comenzó este miércoles, de manera online, y que se extenderá hasta el viernes 26 de marzo, con la presencia de una serie de referentes internacionales.

El evento es organizado por la Corporación Regional de Desarrollo Productivo (CRDP), Gobierno Regional de Coquimbo, Andes Value Research y Corfo. Esta última entidad apoya el Foro Mediterráneo Sur a través de la Línea Viraliza, que busca promover emprendimientos y proyectos de innovación en sectores productivos asociados al clima mediterráneo de Sudamérica.

Durante la jornada del 24 de marzo el foco fueron los “Alimentos de Alto Valor y el Turismo de Intereses Especiales”. El primero en exponer fue Christián Felber, reconocido pensador austríaco y creador de la Economía del Bien Común.

Este modelo surgió hace 10 años y a la fecha se ha difundido en 30 países. Su objetivo es co-mejorar y co-crear pilares económicos que pasen del fin de lucro y competencia, al bien común y cooperación. Este modelo se fundamenta en diversos valores como la dignidad humana, solidaridad, justicia social, sostenibilidad ecológica, transparencia y participación democrática.

Felber contó un poco de la manera en que surgió el movimiento, que promueve una alta participación. “En Europa un alto porcentaje de la población está pidiendo un nuevo orden económico. Las cifras macroeconómicas no son las mas relevantes, sino las de salud, bienestar, felicidad, riqueza interior, etc, que no las miden los indicadores macroeconómicos clásicos. Para ello hay que crear nuevos indicadores, sociales y ecológicos”, comentó.

A su juicio, la economía debe estar en función de la sociedad, incorporando el contexto ecológico también, y apuntado todo hacia el Bien Común. Destacó que en general la mayor parte de las Constituciones incorporan esa visión, pero en la práctica no se respeta. El problema está, explicó, en la medición de éxito de los países que se ha centrado en la disponibilidad de los medios o incluso su acumulación.

“Si las Constituciones dicen que el objetivo es el Bien Común deberíamos medir el éxito económico de acuerdo a su alcance. Pero no, lo estamos haciendo en base a indicadores financieros, como el PIB”.

A su juicio, en las Constituciones se debe definir el fin de las actividades económicas, siendo el dinero solo un medio para alcanzar esos fines. Y los análisis deberían basarse en cuan feliz, saludable, pacíficos, sostenibles son los países. “El PIB no sirve para medir el éxito de una economía nacional”, sostiene Felber, quien propone que se pase a un Balance del Bien Común.

Luego mostró una serie de casos exitosos, que se pueden revisar en extenso en la repetición del evento:

Posterior a su ponencia fue el turno de Rodrigo Morera, gerente de proyectos ambientales y cambio climático de FAO en Chile, quien se centró en los desafíos de los sistemas agroalimentarios desde un punto de vista ambiental y climático.

Primero explicó que un sistema agroalimentario es un grupo de actividades para la producción y distribución de productos para lograr la alimentación de las personas. Estos pueden ser de distinto tipo: cárnicos, vitivinícolas, lácteos, etc, circunscritos a un territorio o forma de producción. Estos sistemas están impactados por una serie de factores antrópicos.

Detalló luego sobre la relación entre cambio climático y la biodiversidad, y cómo ello está teniendo un impacto en la agricultura. “Hoy los suelos son clave. Tanto por la degradación como por los cambios de uso. La producción alimentaria tiene un importante impacto en el uso de suelo, cubriendo un 33% de la superficie cultivable de la Tierra. Y 62% de esta es utilizada para sustentar la producción de proteína animal, es decir, ganadería”, comentó Moreira.

En el caso de Chile, el 79,1% de los suelos tiene riesgo de degradación y la desertificación se traduce en pérdidas anuales de US$120 millones en el PIB.

De hecho, adelantó sobre el impacto de la escasez hídrica, mientras que la presión de uso seguirá creciendo.  “En general, el cambio climático va a provocar un descenso en la producción agrícola durante los próximos 2 a 3 decenios, siendo un factor clave en los costos y la seguridad alimentaria a nivel global”, dijo Morera.